jueves, 5 de enero de 2006

Otra noche de soledad en Madrid

Madrid, ciudad que me ha visto durante los últimos años es un urbe en la que no se puede poner un pero a sus habitantes en lo relativo a la acogida a los forasteros. Existe una especie de pacto implícito por el cual estar en Madrid es más importante que ser de Madrid, que invita a no preguntar y a integrarse en su sociedad urbana.

Lo arriba comentado hace aún más inexplicable sentirse sólo entre tanta gente acogedora, entre tantas cosas que hacer. Parece injustificable pararse a pensar, a sentir que estás sólo y a volver a medir distancias como si sólo hiciera un mes desde la llegada por primera vez a esta ciudad.

Pero la vida sigue, como comentaba a principios de año, creo que está en nuestra mano que cada año sea lo mejor que potencialmente pueda ser y en ello estoy, a ello os invito porque la vida es para pilotarla, no para dejarse llevar por la rutina o por una posición más o menos estable.

Con hora y media pasando de las doce de la noche, os dejo para sumirme en un merecido, aunque corto, descanso.