Menuda jornada laboral que he tenido hoy. La verdad es que estamos a final de martes y estoy como si fuera jueves. He leído muchos posts en los cuales indican que al final el ritmo de trabajo es algo intrínseco a nosotros y que, tras un periodo de transición, sea la empresa en la que estemos, acabamos auto-imponiéndonos un ritmo personal, difícil de cambiar.
He de reconocer que con el cambio de Madrid a Cantabria, las horas que trabajo son menos en cantidad, aunque quizá aportando más valor en cada una de ellas dentro de la organización. Pero hay días, como hoy, en las cuales la cantidad de horas se acerca a lo que hacía en Madrid, y evaluándome, he de reconocer que el motivo está en mí, que podría priorizar y dejar cosas para mañana, que no son tan urgentes.
Pero es el ritmo al que me han enseñado, el que he aprendido durante mis estudios y durante mi vida laboral, y al final como se suele decir, la cabra tira al monte. Y con eso arrastramos a compañeros, a nuestros supervisados en un equilibrio inestable.
El senderu del jilgueru
Hace 9 horas
3 comentarios:
Es muy difícil cambiar nuestra actitud hacia el trabajo, aunque tengamos épocas que lo consigamos.
El que es de mucho trabajar o como yo digo responsable, y el que no trabaja todo lo que debiera. Se que hay un punto intermedio, conozco gente que lo ha conseguido, después de un buen susto prevalecen sus prioridades.
Un saludo
Efectivamente, lo importante es quizá ver como un camino el objetivo de conseguir ese difícil término medio.
En todos los aspectos de la sociedad, en el trabajo también, hay que conseguir siempre un equilibrio.
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