En estos años el mercado laboral está cambiando significativamente. Un vector muy importante está resultando la cuestión demográfica y cómo la bajada de la natalidad que se observó hace dos décadas está pasándonos factura a nivel de la incorporación de empleados y talento a las compañías.
Recuerdo cómo en mi época de estudiante en la Complutense, eran muy frecuentes las jornadas para orientarnos profesionalmente, se publicaban auténticos tochos con información sobre las diferentes empresas, y encontrar una salida profesional era una cuestión de primer orden entre los nuevos titulados.
Ahora, desde el otro lado, del lado de la empresa, observo cómo está cambiando el mercado laboral. Cada vez es más frecuente que un candidato en la primera llamada de teléfono te pregunte por el salario directamente o por si se trabaja o no la tarde de los viernes. La falta de candidatos hacen que sean muy exigentes a la hora de entrar a una compañía, y también dentro de ella. Quieren recompensas más a corto plazo, y aquello de esforzarse para hacer una carrera (de fondo) en la empresa, no les convence. Tampoco parecen importarles en ocasiones iniciativas públicas o privadas para acercarles al mundo laboral, hasta el punto de encontrarnos salas vacías en eventos universidad-empresa, poco interés y otras prioridades.
Creo que lo importante es que tanto candidatos como empresas nos adaptamos a estas nuevas condiciones de contorno (las reglas del juego son las mismas). A estos nuevos candidatos también les llegarán momentos de cambio, de adaptación, de lidiar con compañeros más o menos exigentes, más o menos preocupados por la conciliación y con mayores o menores pretensiones de carrera profesional.
miércoles, 26 de marzo de 2008
Orientación profesional
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